jueves, 29 de septiembre de 2016

Monólogo interior


Resultado de imagen para mujer oficina
Trataré de no hablar mal de su padre. Me resigné a quedarme sólo con mi hija mayor, así hubiera sido, ¿hombres para eso?, se consiguen a montón, pero cómo sabe una que lo van hacer bien. Ya estaba resignada, jamás volvería con él, pero un día que iba con mi amiga vi a José y se me ocurrió, “mira, ese es el padre del hijo que espero”, ella lo miró y suspiró, le hizo tantos halagos sin conocerlo, que yo decidí buscarlo, y volví con él, me casé y decidí dejarlo otra vez, le pediría una pensión, pero renunció a su empleo y no me quedó más que ir con él. ¡Y vino mi segunda hija!. Cuando consiguió de nuevo empleo lo demandé por la pensión y lo hice para separarme definitivamente de él, seguro que no lo quería, claro, no lo quería, sino no me hubiera venido de la sierra ni lo hubiera denunciado, yo dije ahora me pide el divorcio, tampoco le hubiera dado, para qué si no he pensado casarme de nuevo, así nomás, todos son iguales menos el que una escoge. Claro, no lo quería pero volví con él con tantos hombres que me buscaban, y me buscan todavía, hasta mis primas me animan. Pero ahora que han pasado tantas cosas siento que lo necesito para que me ayude a cuidar a las niñas, ya no quiero saber nada con mis padres peor con mis hermanos, y también lo necesito porque quiero tener un hijo hombre, hombre hubiera sido la primera, ahí quedaba definitivamente. Le conté mi vida privada y me comprendió. La culpa fue mía por querer estar siempre junto a mis padres, quería que mi mamá tenga todo lo que no ha tenido, su dormitorio con baño... Propina para las chelas de mi papá, para mis hermanos. ¡Me arrepiento!, ahora en la casa todos están contra mis hijas y también contra mí, mis hermanos meten candela, y es que cuando llegaba José no le daba importancia, para que vean lo dejaba ahí afuera como perro. Qué creerán, ¿qué me voy a quedar en su casa?. Tendré que salir, mis hijas pronto crecerán, son hermosas, ¡el papá!, ojalá lleguen a ser algo bueno para yo poder tener otra vida, me gustaría que se vayan al extranjero y me lleven, las estoy cultivando, cuando pasa una camioneta 4X4, último modelo, ¡esa camioneta me gusta!, les digo, no te preocupes mamá cuando crezca te voy a comprar una, me repiten. La chacra donde viví, sí, la extraño. Gastó todo el dinero que le dieron en un año, no previno, creo que lo hizo a propósito, así no me quedaba más que seguir con él batallando hasta salir de la pobreza, yo ¿porqué, pues?, soy profesional, ahora gano bien, puedo tener el hombre que quiera, me gusta mi trabajo, soy inteligente, aunque José nunca reconoció, ¡me da rabia!, como me hubiera gustado verlo cocinar y lavar para nosotras, ¡porqué no!, si mis hermanos lo hacen, yo les doy su propina, igual le hubiera dado a él. Qué hay que hagan los hombres y las mujeres no puedan, ¡los trabajos brutos!, nada más. Viajo constantemente y lo disfruto, disfruto cuando se acercan a mí a pedirme algo, no ayudo a nadie, porqué pues, sólo a mi hermana, claro que descuido a mis hijas dejándolas con mis padres, talvez por eso se habrán aburrido, por eso quise que el sinvergüenza de su padre venga y se fue. Su familia por parte de su madre, ¡ufff!, se creen hacendados, doña Eugenia y don Victorio, ¡la muerte!, y todo porque uno de sus antepasados lo fue, don Santiago es el único que salva el capote.  La madre de José, mandona y muy regañona, siempre discutía con su hijo, yo no le daba importancia, la paraba en seco, pero, muy inteligente y trabajadora, a ella le hubieran educado, ¡dónde estaría!. Después de todo, José sí, ¡fue un hombre!.

Resultado de imagen para mujer lavando ropa a mano
–¿Ya murió?. Mejor pue que se haya muerto. ¿No te hacía sufrir tanto?, te dejó con tus dos hijas, no te ha ayudao en nada, y yo fregada cocinando, lavando para ellas, te haría la brujería seguramente, sino porqué pue lo seguiste hasta la chacra donde no hay auxilio de nada. Se daba de mucho, nos miraba desde arriba, paqué un hombre así. Ahora tú feliz con tus hijas, quién como tú, gracias a mí, pue.
–Ya mamá, ya, por favor.

viernes, 16 de septiembre de 2016

El cuento del hijo

La mañana de un día domingo, mientras José tomaba la ducha en su apartamento de soltero que le había conferido la Empresa, oyó una acalorada discusión entre una mujer y el guardián del complejo habitacional. Terminado el baño levantó la cortina de la ventana para mirar. La Negra, la meretriz era la protagonista, apostada estaba en la puerta principal con una criatura en brazos, de día claro y con sol se le veía como una mujer de treinta y tantos años.

–Está prohibida la entrada a las mujeres –sentenció el guardián.
–Es,... que yo soy la mujer de José –respondió la Negra.
–¡Mentira!, José no tiene mujer, además te conozco, trabajas en la ranchería.
–¿Cómo te atreves?, espera a que sepa mi marido, me ha pedido que venga con el bebé para que me entregue la pensión.
–¡Veremos!.

Resultado de imagen para mujer negra con hijo en brazos recursos HTTPS
El guardián caminó hasta la habitación del supuesto marido, tocó a la puerta y llamó insistentemente, pero José no respondió. Entretanto algunos habitantes del campamento que por ahí se encontraban se aproximaron a la Negra, la meretriz mostraba a todos el pequeño hijo mientras ellos disimuladamente se codeaban. Nada que ver, y las cejas qué, bueno tal vez. Después de una hora por fin abandonó el lugar.

Durante toda la semana en curso José buscó iracundo  a la meretriz por toda la ranchería del mulle, a la par soportaba las chacotas de sus compañeros de campamento.  ¡Ponla a trabajar pue compadre, y no cobres a los amigos!.

–Sé que andabas buscándome. Dos años que no te veo.
–Estuve cuidando a nuestro hijo –respondió la Negra.
–¿Nuestro hijo?.
–¡Claro, pue!, y no te acuerdas, tengo un hijo tuyo y necesita comer y vestirse, pero tú ni un tarro de leche, ni siquiera te has preocupado por buscarnos.
–Yo nunca he procreado un hijo contigo.
–¿No te acuerdas?, fue en el hotel del malecón, estabas borrachito. ¿Te acuerdas que te encontré en “El Copacabana”.
–¿Bromeas?.
–No es broma, si no me das la pensión por alimentos, la próxima semana conversaré con la asistenta social de la Empresa donde trabajas.
–¡Escucha!, no podemos hablar esto aquí, vayamos al hotel del malecón.
–Claro amorcito, vamos, al mismo cuarto, ¡qué romántico eres!.

–Espera, primero fijemos lo de la pensión –propuso él.
–¡Eso lo arreglamos haciendo el amor! –contestó la mujer mientras se quitaba afanosamente la ropa, y sus aceitunas y amorfas carnes se iban descolgando. Luego se dirigió con lento bambolear hacia su víctima, él disimuladamente cogió el arma que llevaba camuflada en sus ropas, cuando la fémina se lanzó a la acción amatoria José encañonó en la frente de la mujer. Inicialmente ella se aterrorizó, pero luego se sobrepuso.
Resultado de imagen para hombre apuntando a mujer negra con revolver 38 recursos HTTPS
–Deja ese juguete, amorcito –pidió sonriendo, la Negra.
–Te he buscado toda la semana para matarte, por haberme dado un hijo falso.
–¡Es tu hijo! –refutó la Negra.
–¡Las putas venden su cuerpo y en la venta no procrean hijos!.
–Es que yo,... he querido tener un hijo tuyo, ¿acaso no puedo enamorarme?.
–¡Apestas, me das asco!, ¿cómo crees que voy a soportar tener un hijo contigo?.
–¡Sólo los borrachos como tú, apestan!.
–¡Y las putas como tú apestan en cuerpo y alma!.
–¡Si no me das la pensión te juro por mi puta madre que hablo con la Asistenta, y si no me escucha te denuncio!, no sólo por la pensión, también por intento de homicidio –amenazó rabiosa.
–No hay intento de homicidio. Observa bien, mira como descargo el revólver. Una... dos... tres... cuatro, cinco, seis; son seis balas –tranquila y lentamente descargó el treinta y ocho,  contando una a una las balas.
–Papito, me has hecho una broma muy pesada, me asustastes –interrumpió la fémina.
–Ahora observa. Voy a cargar una sola bala. ¡Bien, ya está!. Giro el tambor de tal manera que ya no sé dónde se encuentra, en seguida te coloco el cañón  en la frente, y si gritas disparo. Ahora dime: ¿dejarás de molestarme? –preguntó fríamente el hombre, con el mortal y helado hierro rozando la frente de la sorprendida Negra.
–No digas tonterías, ¡oye!, no lo hago por mí, es por nuestro hijo –respondió temblando la mujer, tratando de serenarse en lo posible.

El rostro de José se transformó al escuchar el ardid, ¡y apretó el gatillo!, providencialmente el proyectil no salió, y volvió a preguntar decidido a terminar con aquel bochorno.

Resultado de imagen para Chimbote malecón recursos HTTPS
–¿Dejarás de molestarme?.
–¡Sí!, ¡nunca más lo haré! –respondió la mujer.
–¿Recuerdas al homosexual que peleó con su marido? –inmediatamente volvió a preguntar, y ella respondió afirmativamente con la cabeza.
–Me da gusto que lo recuerdes, ahora soy el  marido.

Lo dicho por José infundió un miedo infernal en la mujer. Y, ante la mirada nerviosa de ella volvió a cargar pacientemente el revólver, le ordenó que se vistiera y la sacó por delante, abandonándola en la puerta principal de aquel camuflado burdel.

Resultado de imagen para muchachos limpia carros  recursos HTTPS
–No es así, güevón. Era su hijo, la Concha de Fierro sabía. ¡Me vas a decir a mí!. Yo lo aconsejé para que salga del paso. Yo, ahí esperando, sino, ¿crees que lo hubiera hecho?. Muy ingenuo y miedoso, el cojudo. Cualquier problema lo mandaba al suelo. ¡Güevón!. Además se enamoraba de cualquier cochinada, ¡hasta de los maricones!, ja ja ja, mejor no te cuento. Yo he tenido mejores hembras que él, ¡y sigo!. No es así como dices.
–Bueno, así está.
Así está qué. ¡Anda güevón!, mejor dame tu carro paque lo laven, está recontra cochino.
–No puedo, me han invitado al Viernes Literario y tengo que ir.
–(..., güevadas, carajo, ...)

Desde entonces la Negra dejó de asistir a su centro habitual de trabajo, se le veía por las noches ofreciendo sus servicios en un céntrico bar, a toda luz, a una cuadra de la Comisaría Central de Policía.

   

martes, 13 de septiembre de 2016

Su mirada esperaba ansiosa una respuesta

Resultado de imagen para ventana cerrada de noche
Tocó afanosamente mi puerta, y después que la abrí irrumpió en mi habitación. Era el tipo que vivía al frente, en un apartamento de alquiler, en el segundo piso con entrada independiente, un tipo arriba de los treinta años, a lo más treinta y cinco, algo más pequeño que yo, cerca al metro setenta de estatura, con el pelo largo y bien cuidado. No tenía amigos en el barrio, pero pasaba la voz a todos, siempre iba bien vestido, notorios eran los anteojos que llevaba, no siempre lucía los mismos. Teníamos buena imagen de él, aunque no sabíamos a que se dedicaba.
Resultado de imagen para ventana noche  brindis imagenes recurso HTTPS
A menudo coincidíamos al llegar por las noches, yo de la Universidad y él de lo suyo. Cuando me pasaba estudiando hasta el amanecer, podía distinguir por la ventana la luz prendida de su habitación. Los sábados, por la noche, se internaba con amigos y licor, ponían la música a todo volumen y parecía que se divertían; eran noches incómodas de insomnio para los vecinos y para mí, por supuesto, el domingo comentábamos al respecto y hasta nos animábamos a pedirle más prudencia, que bajara el volumen de su equipo, por lo menos, pero la reverencia del tipo equilibraba muy bien nuestra incomodidad.

Ahí lo tenía aquella noche, sobresaltado, muy agitado, su mirada recorrió ansiosa todo mi cuarto, pensé que huía de algo y que llegaba hasta mí en busca de ayuda.  Fue él, quien después de calmarse, habló francamente, como si tuviera conmigo una confianza de años.
–Tú necesitas alguien que te haga sentir lo que nunca has sentido.
–¿A qué te refieres?.
–A cachar pues chanconcito, a qué más va a ser.
–¿Al chongo?.
–¿Al chongo!, a mi cuarto compadrito.
–¿Tienes hembritas en tu cuarto?.
–Y de las buenas.
–¿Cobran bien?, no tengo dinero.
–La plata es lo de menos, vamos nomás. Armamos una orgía, que te acordarás en tu puta vida.
Empecé a temblar, imaginaba a las hembras ahí dispuestas, al escoger, para intercambiar, era lo que entendía por orgía, ¿pero yo podría exhibirme desnudo, respondería mi miembro ante la mirada de los demás, o se escondería de vergüenza, cómo sucedía en el burdel?. Tuve miedo de lo que pasaría y empecé a maquinar alguna mentira que me apartara de aquella tentación, en la que talvez fracasaría y se reirían de mí, y en público, en medio de las codiciadas hembras, deseosas de placer.
–Es que tengo que estudiar, estoy mal en las pruebas.
–Mejor pues, después de cachar te quedas fresco, como una lechuga, para poder estudiar. ¿No creo que puedas estudiar pensando que, ahí al frente, están las hembras derritiéndose por un hombre, por un estudiosito como tú?.
–Ayer precisamente fui al chongo, y me encuentro fresco como una lechuga.
–Ayer fue ayer, ¿o apenas das para una vez a las quinientas?. ¿A tu edad!.
–El estudio es primero, por él estoy aquí.
–Y el sexo, ¿qué?, el sexo es antes que el estudio, es natural.
–Y después, ¿qué?. Me reprueban, y las putas no van a ir a entregar el culo para que me aprueben.
–Nunca vas a encontrar una oportunidad como la que te ofrezco. No seas cojudo.
–Oportunidades he tenido y tendré muchas.
Resultado de imagen para bailando bien apretaditos
–Imagínate con la hembra, bailando bien apretaditos, con la mano en el trasero, y después ella quitándose la ropa. 
–Bueno pue carajo, pero ¿hay trago?.
–Para escoger, corto y cerveza.
Fui tras aquel imprevisto anfitrión que me ofrecía de todo, y gratis, tuve que sobreponerme a mis temores, de repente entrando en confianza y en calor con unos tragos podría suceder lo que ansiosamente esperaba, ¿para qué esperar el día en que pueda amanecerme con una mujer y practicar el sexo al despertar?, me amanecería pues, de ser necesario, entonces le estaría eternamente agradecido a aquel hombre que Dios talvez me había enviado. Pero llegando a su habitación otra vez me invadió la duda, y quise fugar, disimuladamente, con el pretexto que en primera se me ocurrió.
–¡Compadre!, espera, voy a la farmacia por preservativos.
–¿Preservativos?, ¿para qué?, calatito nomás.
–Es que pueden estar quemadas, tú sabes, y después las penicilinas duelen.
–¿Ya te han quemado?.
–No, pero más vale prevenir que lamentar.
–¡Carajo!, tengo preservativos hasta por gusto. Vamos, entra.

No había más, entre el dilema de entrar y no entrar resulté adentro, me sentía perdido, pero ya estaba ahí, a lo mejor podría suceder, sería mi noche de estreno, a mis veintiocho años, tardío a mi entender, mejor tarde que nunca, ¡carajo!. El tipo cerró la puerta, “siéntate, ponte cómodo”, y se dirigió al equipo de sonido, “tabaco y ron...tabaco y ron”, sonaba la canción. 
Resultado de imagen para augusto ferrando recurso HTTPS
La habitación estaba decorada con tres grandes espejos ubicados en las paredes que no contenían la amplia ventana que daba a la calle, pósteres pegados por doquier, de hombres y mujeres semidesnudos, resaltaban los físicos culturistas del momento. Pósteres de toreros, estrellas de cine, vaqueros y cantantes.  Pero también estaba el de la tele nacional, del programa Trampolín a la Fama, y el líder del Partido Revolucionario Americano.  La habitación se veía bien cuidada y a todo lujo, muebles de madera con asientos aterciopelados, esquineros con vistosos jarrones de loza, bar en una de las esquinas. Me quedé sorprendido. ¿Y las hembras?. El tipo sirvió algo de licor en dos vasos, ¿Con hielo o con soda?, con hielo, le respondí. Se acercó, me entregó el mío, y ¡salud!.¿Las mujeres?. Por toda respuesta el tipo desapareció por el fondo, y,  “¡sorpresaaa!”, salieron exclamando del mismo lugar cuatro mujeres elegantemente vestidas, con aires de burdel, se sirvieron licor y empezamos a brindar. Pero confusión mía, conforme las iba tratando descubría algo raro en sus voces, no eran voces femeninas, qué iban a ser, fui saliendo poco a poco de mi asombro. El tipo había llevado maricas, empecé a incomodarme, ¿qué broma era aquella, que el supuesto amigo quiso jugarme?. Pero ya pues, quién me iba a brindar una juerga gratis con mujeres de verdad. Seguíamos bebiendo y las locas me acoquinaban con sus desmanes respecto al sexo: Apuesto a que estás aguantado, te saco toda la leche que tienes, desde los sesos, nadie te ha dado una chupada como las que te vamos a dar, somos mejores que las hipócritas mujeres que están que se mueren por su guevo y dicen que no, te hacemos de todo, chac, chac, chac, ¡qué rico!, no seas cojudo, estudiosito de mierda, por último si quieres, si no que mierda, nosotras nos vamos de parranda.
Resultado de imagen para cuatro mujeres vestidos de burdel recurso HTTPS
El tipo, que me invitó, salió por fin de su dormitorio, o del baño, no sé, y los cabros se despidieron, “chau querida, nos llamas para recogerte”. ¿Querida?, ¿él, cabro?, no parece, están bromeando. Me quedé con el hombre...

–¡Provecho, Humbertito!, cómo se portó.
–Todo un caballero.

–¡Oye pendejo de mierda!, ¿qué clase de broma es ésta?.
–Normal nomás compadre, ¿de qué te sorprendes?.
–Los cabros me apestan.
–Suave con lo que dices, son seres humanos como cualquiera, es más, mejor que cualquiera, digo yo.
–Dices tú, pero yo, soy yo.
–Discúlpame, ¡ah!, pero tú no eres más que un pobre estudiante, que no sabe aprovechar la oportunidad, a mí no me engañas, ¡oye!.
Resultado de imagen para pobre pero decente recurso HTTPS –Te equivocas, provengo de una familia decente y nunca me falta nada.
–Pobre pero decente, qué güevón.
–Como quieras, pero me siento bien así.
–Hay muchos estudiantes que se ingenian viviendo a costillas de un marica.
–Muchos, pero yo no.
–Bueno pero no te molestes, aquí no ha pasado nada, somos amigos, ¿no?, sigamos tomando pues entonces.
–¡Qué mierda!, ¡salud!,
–Por ellas, aunque mal paguen.
–¿Qué ellas?, si a ti te gustan los cabros.
–Los cabros son más importantes que las hembras.
–Para ti serán.
Resultado de imagen para mujer despampanante recurso HTTPS
–Imagínate una hembra sin arreglarse, ¡puf!, más fea que la mierda, peor si no tiene culo, ni senos. De otro lado imagínate un hombre, cualquiera que conozcas, pero no un abollado de esos que más tiran para chatarra. Imagínate uno más o menos pasable, con un poco de maquillaje tienes una hembraza, buen culo, buenas piernas, los senos son lo de menos, para qué están los postizos.
–No me hagas reír, compadre.
–Si quieres te arreglo, te miras en el espejo, y te enamoras de ti mismo.
–¡Chucha!, ¿eres peinador?.
–Qué importa si lo soy o no, no es un delito, ¿no?. Podría decirte que soy universitario. Igualito es.
–Pero te gustan los cabros, ¿sí o no?.
–Otra vez con la misma tonada, mira compadre, los cabros, como tú los llamas, son más emprendedores que los hombres, consiguen el éxito, a pesar que la sociedad los margina, se sobreponen y triunfan, son íntegros, leales no sólo con los demás, también con su pareja. En cambio los hombres, por lo general, se quedan esperando que alguien los ayude, o que llegue la oportunidad del cielo. Andan por ahí mintiendo a las mujeres para poder conquistarlas, no son fieles con ellas, cuando tienen la oportunidad las traicionan.
–Sabes mucho de cabros.
–Son mis amigos, mis mejores amigos.
–Y talvez tus amantes. No conoces a las mujeres, que si las conocieras, opinarías muy bien de ellas.
–¿Tú, sí las conoces?.
–Lo suficiente.
–Cállate mejor, oye, ni siquiera tienes enamorada.
–No sólo una, tengo varias.
–A mí no me engañas, patita.
–Ni tú a mí, sólo sabes de cabros.
–Estuve casado, para que lo sepas.
–¡Con un cabro!.
Resultado de imagen para matrimonio recurso HTTPS
–No te pases, los cabros no pueden casarse, la sociedad los margina. Estuve casado con una mujer. Y la dejé.
–¡La abandonaste!.
–Sí, no la quería, me casé porque mis padres me obligaron.
–Que felicidad la tuya, en cambio yo.
–Cásate pue compadre, fácil es casarse.
–Sería un duro golpe para los míos, además estoy estudiando.
–Y necesitas dinero.
–Sí, claro.
–¿No te molestas si te digo algo?.
–Porqué debería molestarme.
–Yo puedo darte el dinero que necesitas.
–No podría devolverte, además no me gusta contraer deudas.
–No tienes que devolvérmelo. ¿Somos amigos, no?.
–Sí, claro, pero porqué quieres hacerlo.
–Sencillamente porque vengo de una familia muy pobre.
–Si vienes de una familia muy pobre, porqué te hicieron casar, casarse significa mayores compromisos económicos.
–No lo entenderías.
–Está bien que no tenga experiencia en matrimonios, pero si me cuentas lo entendería.
–¿Prometes escucharme?.
–Prometo.
Resultado de imagen para viejo camion carretero recurso HTTPS
–Mi madre tenía catorce años cuando fue seducida por un viejo chofer de camión, allá en las minas de la sierra, según mi madre, el hombre la violó y nací yo, luego mi madre se casó y mi padrastro me trataba muy mal, los obreros me llevaban con ellos, un día uno de ellos me violó, crecí con aquel recuerdo. Mi madre y mi padrastro notaron algún trauma en mí que obligaron a casarme. No me gustó, y me aparté de mi mujer.
–¿Cuántos años tenías cuando te violaron?.
–Doce.
–¿Y no pudiste defenderte?.
–Talvez no quise defenderme, talvez lo deseaba.
–¿Cómo?, ¿marica tú?.
–No sabía si era marica o no, sólo me dejaba arrastrar, llevar porque me sentía bien. Pero ellos si lo sabían, por eso me obligaron a contraer matrimonio, lo venían preparando desde mis catorce años y a los dieciocho lo lograron. Se sentían avergonzados de mí.
–Talvez tu padrastro, no creo que tu madre.
–Qué importa, pero ella lo sabía y jamás me lo dijo, ¡ella sabía mi debilidad y no me lo dijo!. 
Resultado de imagen para lima perú recurso HTTPS
Después que me separé me fui a la capital a vivir con mi abuela materna, muchos años que ella vivía allá. Me vinculé con muchos de mi naturaleza, y por fin empezaba a ser feliz, pero con ellos, con los demás ¡uff!, marica para acá, marica para allá, ¡por mi madre que me resultaba muy difícil!, especialmente difícil cuando compartía con mi familia, ¡qué bochorno!. 
–¿No te buscó tu mujer?.
–No, yo le confesé mi debilidad.
–Qué te dijo después que le confesaste.
–Aguántate. La noche de bodas, en un hotel de una ciudad cercana, ella empezó a besarme, yo le seguía la corriente, hasta la desvestí. Cuando ella cayó en la cama, no pude aguantar la curiosidad de examinar su conchita, estaba ahí selladita, me quedé observándola y me dijo soy virgen. Sí, ya lo sé, respondí mirándole tiernamente a los ojos.
–Cómo sabías que estaba selladita.
Resultado de imagen para orquídea rosada recurso HTTPS
–Un obrero que salía conmigo conversaba mucho de mujeres, de las choclonas y las vírgenes, teníamos mucha confianza. Decía que las choclonas tenían una horrible concha, algo así como la flor cartucho marchitada, y las vírgenes una divina conchita difícil de describir, pero con algo blanquecino ahí, como sello de garantía. Tú también debes saber. ¿Cuántos pitos te has comido?.
–¡Carajo!, nada, puro choclonas.
–¡Carajo, y yo nada!.
–Como, ¿y tu mujer?.
–Solamente la examiné, no tenía ganas, estaba inhibido. Empecé a sentir pena por ella, se había guardado para mí y muy ilusionada se casó de blanco. No podía arrancar mi confesión, así que le dije que la quería, y ella prorrumpió en llanto. Mira, discúlpame, no es que no te quiera, sí te quiero y con todo mi corazón, solamente que no debo, mejor dicho no puedo, no puedo hacerte mía ni debo esforzarme por conseguirlo. Perdóname, he sido un cobarde por seguirles la corriente, a ti y a mis  padres, la verdad es que yo tengo otras aspiraciones, digo otros gustos, difícil es decirte, pero, qué me queda. ¡Amo a un hombre!.
–Qué dijo ella.
Resultado de imagen para mujer llorando recurso HTTPS
–No lograba entenderme, seguía sollozando. Era tan inocente aquella criatura, y a sus diecisiete primaverales añitos.
–Bien dicen, que a los tontos se les aparecen las vírgenes.
–Déjate te tonterías, oye. No te burles. Estoy hablando en serio.
–Discúlpame.
–Le pedí que se vistiera, toda la noche le hablé de las cosas de la vida, y de los diversos gustos o inclinaciones sexuales, la convencí para que al regresar le contara toda la verdad a sus padres. Y apenas llegamos, yo partí. No me importó nada, solamente partí sin más explicaciones.

El marica se quitó las gafas, estaba llorando, con lágrimas continuas y suspiros intermitentes, sinceramente debo decir que quise desatarme en risas, pero conforme las contenía mi estado de animo iba cambiando, no creo que a la nostalgia, más bien a la reflexión. Tanto asco me daban los maricas, pero aquel llanto me llegó a impresionar. 
Resultado de imagen para bebiendo una copa recurso HTTPS
No sé cuánto tiempo demoró para cesar de llorar, yo solamente lo contemplaba en silencio. Luego cogió su copa y la vació de un sorbo...Empezó a sonreír al mirarme, y sólo se me ocurrió decir:
–El mundo está vestido de todo, mi querido amigo. La vida continúa.
–Tienes razón, la vida continúa. Es por eso que te he traído.
–Bueno pues, no salió la diversión. Comprende, no soportaba a tus amigos.
–Eso me gustó mucho. Mira, yo desaparecí para cambiarme, pero no aguanté la curiosidad, y me quedé escuchando.
–Bien mandados son tus amigos, ¡ah!.
–Así se ponen cuando se transforman. Nos ponemos.
–Bien entonces, la vida continúa, y yo tengo que estudiar.
–Nada de eso papito, aún hay más.
–Otro matrimonio frustrado.
–No, cómo te explico. Te dije que te había traído porque la vida continúa.
–Sí, claro.
–Lo que pasa es...
–Qué es, suéltalo nomás con confianza, soy tu amigo.
–Lo que pasa es que estoy enamorada.
–Qué bien, te felicito.
–¿Sí?, ¿me felicitas?.
–Por supuesto, la vida continúa, me alegro por ti.
–Por los dos, por ti también.
–¿Por mí?.
–Por ti pues, tu vida va a cambiar.
–No entiendo.
–¿Sabes?. No sé como decirte, tengo miedo que no suceda, tengo miedo a sufrir, la soledad me mata, tengo muchos amigos y en muy buena posición, pero así es la vida... ¿sabes?, ¡estoy enamorada de ti, entiéndelo!.


Resultado de imagen para mirada de frente hombre cabello largo noche recurso HTTPS
Me clavó la mirada, una mirada suplicante en medio de aquellos cabellos largos deliberadamente caídos hacia delante. Una mirada como aquella que me daba mi perrito cuando quería un trozo de pan, ahí paradito y meneando la cola, pero también se semejaba a las que dan los niños de la calle cuando suplican por una limosna. Así se quedó aquel hombre que inspiraba compasión, talvez así nos quedamos los hombres cuando declaramos nuestro amor a una mujer. Luego cruzó las piernas y sobre ellas las manos, huesudas grandes y toscas, echó el trasero hacia atrás y curvó el espinazo hasta el extremo, inclinándolo al costado derecho. Y ahí pues, su mirada esperaba ansiosa una respuesta...
¡Carajo!, me quedé cojudo, no sabía que hacer. Talvez salir corriendo de aquel embrollo en que resulté envuelto. Pero qué, no sólo sentía asco por los maricas, también los tenía miedo, sabía que eran decididos y vengativos, me seguiría con una pistola, o con un puñal, podría gritar que estaba siendo asaltado, y en su propia casa. El mundo se me venía encima, qué dirán los de mi entorno si llegan a enterase de esto. Responder como las mujeres, “voy a pensarlo”, talvez en los homosexuales no resultaría, decir que sí y no volver jamás a verlo, me resultaba incómodo, el tipo querría pasar la noche conmigo, ¡uf!, no quería ni siquiera imaginar aquel bochorno, decir que sí significaba que por lo menos se me mandaría con un repugnante beso. ¡Aggg!. Por fin.
–Antes quiero verte vestido de mujer. ¿sabes bailar?. Quiero verte bailar, algo así como la danza de los siete velos, tienes que esmerarte, claro que no sé si pueda complacerte. Pero primero quiero verte vestida de gala.
–Papito, tengo el mejor de los vestidos, espérame. Sírvete más trago si quieres.

Resultado de imagen para ventana segundo piso noche recurso HTTPS
El marica se fue tarareando una alegre canción. Había logrado mi estratagema, me dirigí a la puerta, pero estaba con llave. ¡Carajo!, en qué momento lo hizo, no me percaté. La ventana, sí, la ventana, ¡chucha madre!. La que daba a la calle, rompería los vidrios de ser necesario. Corrí el cerrojo y me descolgué por ella, caí sentado, carajo, pero qué mierda, en mi desesperación no sentí dolor. Fui hasta mi cuarto, y sin encender la luz me puse a observar. Hasta que apareció el marica, una hembra, una gran hembra, se veía ahí arriba, vestida de negro y una cabellera rubia, centelleante como noche de burdel,  que le llegaba hasta más abajo de los hombros . Sacaba la cabeza, miraba a uno y otro lado, y de vez en cuando su mirada se clavaba en la ventana de mi cuarto. Después desapareció, buen tiempo me quedé observando, y por fin apagó la luz, exhalé aliviado, pero me mantuve pendiente de lo que podría suceder; luego apareció abajo, junto a la pequeña reja, la abrió, estaba vestido de hombre con un maletín en la mano, se marchó rumbo a la avenida principal. La tranquilidad retornó a mí, y me acosté.

Por varios días no apareció por el lugar, la zozobra se apoderó de mí, algo así como si yo tuviera alguna culpa, deseaba con todas mis fuerzas que aquel incidente se borrara de mí, deseaba que el tipo no regresara, mejor si estuviera muerto. Pobrecito, mejor que no le haya pasado nada malo. Qué contrariedad. Por último quería largarme sin rumbo conocido, no era justo que me asediaran sexualmente tipos de tal calaña, primero Rocucho, luego Raúl, después el del bus y ahora éste que vive al frente, mejor, carajo, si se ha muerto el maricón de mierda, pero no fue así. Una noche, cuando  regresaba de la Universidad, pude verle pegado a su ventana vestido de mujer, con la misma indumentaria de aquella otra noche, y con la música romántica a medio volumen. No pude estudiar ni dormir, no sé hasta que hora se quedó, preferí ignorar, debería sobreponerme. 
El incidente se repitió una noche muy cercana, y en adelante a menudo lo hacía, yo llegaba y él ahí, vestido de mujer, y la música. El tipo me estaba dando muestras de su perseverancia, de su lealtad, de todo lo que había hablado. Para buena suerte mía jamás llegamos a cruzarnos en el camino, así pasó cerca de un año.

Y una madrugada del domingo, alguien tocaba delicadamente mi puerta por largo rato, algo de media hora, cesaron los toques, y haciendo a un lado la cortina de la ventana, observé.  Él estaba ahí tirado en el pequeño jardín del frontis, con aquel vestido de aquella noche, rubia cabellera y botas, negras eran ellas, se podían percibir perfectamente. Se escuchaba llanto y quejidos, mas yo no me animaba a salir. Ya a la alborada, se recogió a su departamento. Aquel día llegué temprano a mi cuarto, sumido en mis temores, tenía miedo que el tipo me esperara muy cerca y de noche; cuando llegué, un camión de mudanzas se disponía a partir. El hombre se marchó, talvez sería la última vez que lo hacía, o talvez no. Quién sabe.

En cierto modo, me sentía culpable de su desdicha, quizá tenía algún atractivo que me hacía interesante para el gusto de los homosexuales, ésta sería mi única culpa. Sólo me quedó reflexionar sobre la naturaleza de aquellos seres que no tienen la culpa de haber nacido así. Entonces dejé de sentir asco por ellos y empecé a comprenderlos, y esperaba que todos los comprendieran, que no los marginaran como hasta entonces lo había hecho yo. Talvez ellos son el pueblo escogido por Dios, los buenos de la película, los que no procrean, porque, para qué procrear seres que destruyen lo que está construido, seres que se matan los unos a los otros, mejor dicho para qué procrear basura. Qué difícil debe ser para ellos sobreponerse y seguir adelante en medio de una sociedad que los mira como una lacra, se los arroja más allá de la permisión de Dios. La verdad es que no entiendo el mundo cristiano, adorar a la nada y rechazar a los semejantes. Aquí sólo hay lugar para dos interrogantes: ¿O yo estoy cojudo, o ellos lo están?. ¿Existirán sacerdotes homosexuales?, ¿o serán divinos, dignos de Dios, y escogidos por él, por lo tanto partícipes del cielo y dueños de la naturaleza de las criaturas de la tierra?.

Resultado de imagen para mujer vestida alegre burdel
...su mirada esperaba ansiosa una respuesta. Sus palabras entrecortadas difícilmente se desataban en un continuo ¿soy yo culpable de lo que me pasa?, qué culpa tengo de haber nacido así, a qué imagen y semejanza me hizo Dios, quién es el patrón espiritual de seres como yo, debo recurrir a él, debo pedirle me ayude en esta difícil tarea de vivir. No me entiendes, cómo puedes entender tú a un ser como yo. Cuando me siento hombre declaro mi amor a la persona amada, pero pronto llegan a mí los sentimientos de mujer y espero paciente que me digan que me aman. Cuando me siento hombre defiendo valientemente a mi pareja, mas cuando me siento mujer me complace sobremanera que me sometan a la fuerza y me hagan sentir una indefensa criatura, completamente dependiente de la persona que amo. Cuando me siento hombre arremeto con fuerza contra las vicisitudes de la vida, mas pronto me siento mujer y las soporto con resignación. Cuando me siento hombre me entrego sin medidas al placer, mas pronto me siento mujer y vanamente espero un hijo de aquella entrega. Cuando me siento hombre imploro a Dios y cuando me siento mujer también, mas cuando me siento los dos me encuentro muy solo y detesto al Dios del hombre y la mujer, y busco uno a mi imagen y semejanza, y no lo encuentro, y maldigo su inexistencia.

–No repitas lo que dijo, no blasfemes, o no tendrás perdón de Dios.
–Por ahora, desconozco esa palabra.
–¿Porqué tienes que expresarte a favor de los homosexuales, no será que eres uno de ellos?.
–Talvez, ni yo mismo me doy cuenta, quizá ando bien camuflado en mi apariencia de hombre y muy circunscrito a las normas sociales de conducta. ¿Tú qué opinas?.
–Que dichos seres padecen una enfermedad, que merecen tratamiento especializado y pasar el resto de sus días como seres normales.
–A mi entender son seres de una naturaleza especial, una naturaleza intermedia entre lo masculino y lo femenino, pero una naturaleza que oscila entre los dos extremos.
–No tienes ninguna autoridad, ningún fundamento científico para opinar al respecto.
–Ya que tú tienes, autoridad y fundamento, defínelo a tu manera y publicítalo para que te crean.
–Cada cosa en su lugar, yo no podría opinar acerca de lo que tú conoces.
–Hay quines conocen por experiencia y otros por experiencias ajenas.
–¿O sea que tú lo dices por experiencia propia?.
–Solamente he observado el comportamiento de otros, tal es mi fundamento.
–Te falta enterarte de los conocimientos científicos.
–Puedo entender que te consideras científico, pero de otro lado eres religioso.
–La ciencia acepta a los homosexuales como casos que merecen tratamiento, y a esto estamos encaminados los médicos, para hacerlos aceptables a la religión.
–¿Tan poderosa es la religión?.   
–Es la salvación del alma.
–Mientras más inmorales somos, más nos pegamos a ella.
–No siempre, hay gente limpia por naturaleza, que cree que su comportamiento es un don divino, y se convierte en fiel servidor de Dios.
–Creo que sí.
...
–¿Si volviera a buscarte, qué harías?.
–Le diría que se marche, que no estoy para lo que él pretende.
–¿Y si no se marcha, y sigue porfiando?.
–Lo haría entender, hasta le suplicaría, y si no lo hace, le obligaría por la fuerza.
–Son obsesionados, dijiste, talvez te busque.
–No llegará hasta este pueblo miserable.
–Al contrario, este ambiente deprimente es propicio para que él llegue hasta ti, puede que siempre haya estado tras tus pasos, pendiente de tu destino.
–¡A la mierda!, compadre, no soy mostacero. ¿Tú crees que la soledad haría que me comprometa sentimentalmente con un marica?.
–Rocucho y Raúl, tus primos, son homosexuales.
–Y a mí, qué.
–Que talvez lo pasaste bien con ellos, y dices lo contrario.
–Te los presentaré, de ser necesario, para que tú mismo converses con ellos.
–Como médico, me interesan.
–Puedes convertir mi casa en tu consultorio, si quieres.
–Aquí no aguanto ni veinticuatro horas, nada comparable con la ciudad. Mejor brindemos por la soledad. ¡Salud!.
–Bien, y también por los homosexuales. ¡Salud!.
–¿Estás seguro que no lo volviste a ver?.
–Quién sabe, talvez se cortó el pelo, cambió los anteojos por lentes de contacto, quién sabe.
–Talvez haya conocido a Nadia, y fue él quien la convenció para que sentimentalmente se alejara de ti.
–¡Carajo!, de repente, compadre, los maricas de mierda son muy vengativos.
–Y más, todavía, si están enamorados.
–Puedo hablar con Nadia, y salir de dudas.
–¿Para qué?.
–Para salir de la intriga.

Por: Walter Elías Álvarez Bocanegra