–Cuándo, cómo, dónde, nació Chimbote
–pregunta el historiador.
–¿Chimbote?, ah, sí, claro –responde la
fuente histórica:
Chimbote es un pequeño pueblo situado a 640
kilómetros al norte de la capital peruana, entre una hermosa bahía y una verde
campiña. Por largos años vivió una vida apacible entre los altos picachos
andinos y la costa del Pacífico. Nada turbaba la invariable y sosegada
actividad de sus agricultores y pescadores, pero de súbito, un vértigo de
modernidad sacudió todo y hoy el antiguo silencio es roto por el ruido de las
excavadoras mecánicas y las explosiones de la dinamita, mientras el mundo
entero vive la angustia de una guerra, socialismo y capitalismo brindan con el
mismo vodka.
Todo el pueblo pasa rápidamente de la etapa
agrícola a la industrial. Es muerte del feudalismo y nacimiento del
capitalismo. Tres nuevas fuentes de riqueza, carbón, hierro y fuerza motriz,
harán de Chimbote un importante centro industrial y abrirán al Perú un nuevo y
amplio horizonte que lo librará de depender tanto de las importaciones, al
mismo tiempo ofrecerá miles de nuevos empleos y diversificará la economía
nacional. Los indios de hacienda, de los andes, dejaran a sus patrones a quienes
vienen sirviendo en forma gratuita y se emplearán en Chimbote.
Gigantescos afloramientos de carbón yacen en
las altas montañas que se levantan al noreste del pueblo. Desde estas minas, en
la provincia de Pallasca, dos angostas líneas ferroviarias zigzaguean a través
del difícil terreno y convergen en una para seguir por el valle del río Santa y virar a Chimbote.
América para los norteamericanos, perdón,
América para los americanos. Estados Unidos dicta las normas, Manuel Prado es
Presidente, es el nuevo entreguismo para el nuevo colonialismo, ya lo volvería
a decir Miguel de Unamuno “Y, en cambio, ahí están los grandes rapaces de la
historia americana: Daza, Prado, etcétera: ¿qué hicieron con el fruto de sus
rapiñas?. Ir a gastarlo a París o a cualquier otra parte. No eran grandes
ambiciosos, no eran hombres sedientos de gloria; eran codiciosos, sedientos de
goces”.
Estados Unidos dicta las normas y crea instituciones de apoyo, desde hace tres
años atrás, por medio de un programa cooperativo de salubridad y sanidad en las
repúblicas americanas. La lucha de los países de América contra las
enfermedades no es nueva, ya en 1873 se efectuaron algunas reuniones regionales
con la idea de dominar ciertas epidemias, y la Oficina Panamericana de
Salubridad ha estado funcionando desde hace mucho tiempo, pero nada de lo hecho
se puede comparar con el programa de salubridad que se formuló en la
Conferencia de Río de Janeiro a principios de 1942. Hoy día hay más de trece
mil personas de ambos sexos ocupados en
la tarea sanitaria panamericana, algunas
proceden de Estados Unidos, pero los más son de los países latinoamericanos. Parte
de su trabajo consiste en proteger la salud de hombres que también desempeñan
trabajos importantes aunque de otra índole, por ejemplo, los caucheros del
valle del Amazonas, los mineros que arrancan
al subsuelo sus tesoros, los cargadores de los puertos y los campesinos
que recogen los frutos de la tierra. La misión de esos hombres, esparcidos en
todo el territorio de América, es satisfacer las necesidades de las Naciones
Unidas, y su participación es comparable con la de un soldado en el campo de
batalla, las bajas que producen las enfermedades entre ellos son comparables
con las que causan las balas entre las tropas. El objetivo de la campaña
sanitaria interamericana es evitar esas bajas o reducir el periodo de
inutilización cuando ocurran.
Casi todos los países que hicieron
convenios cooperativos, después del
ataque a Pearl Harbor, los han prolongado por un término de dos años. Los
arreglos estipulaban que los Estados Unidos prestarían cierta asistencia
técnica y monetaria por intermedio del Instituto de Asuntos Interamericanos, y
que cada nación interesada aportaría el resto.
Que las enfermedades no respetan fronteras
está probado por el hecho de que reinan en el sur de los Estados Unidos, tales
como el paludismo, la disentería y las afecciones parasitarias hacen estragos
igualmente en muchas repúblicas del sur.
Un análisis practicado recientemente revela
que se han terminado o están en vías de realización unos setecientos trabajos
de diversa naturaleza en las repúblicas americanas. Se han llevado a cabo unas
trescientas obras de mejoramiento local, tales como la destrucción de criaderos
de mosquitos, la construcción de acueductos y cañerías, y muchas otras obras
semejantes. Se han erigido ciento cuarenta edificios para hospitales, clínicas,
enfermerías y dispensarios, y, se ha prestado ayuda a doscientas instituciones. Se han practicado estudios de
ciertas enfermedades, y se han abierto cursos de instrucción para enseñar a los
que deben velar mañana por la salud pública. Las obras de sanidad que se han
emprendido son tan variadas como los propios recursos de los países americanos,
y abarcan desde la instalación de puestos para combatir el paludismo hasta la
construcción de clínicas en ciudades grandes como Santiago de Chile. Hoy cuenta
cada nación con cuerpos de peritos sanitarios y de médicos que han estudiado en
las mejores universidades del continente y practicado en los mejores
hospitales.
En tal sentido, el agua para consumo humano
e industrial llegará a Chimbote desde allá del mismo valle de Santa, al norte
del pueblo, donde se están construyendo grandes pozos tubulares. Además se está
construyendo un canal de desagüe para eliminar así los charcos o criaderos de
mosquitos que son una de las principales causas del desarrollo del temible
paludismo, así mismo los charcos son regados con petróleo para matar las larvas
de los temibles mosquitos. No sólo los médicos e ingenieros del proyecto sino
los obreros gozan también de cómodas, higiénicas y modernas viviendas para
proteger su salud.
La fuerza motriz será producida cuando se
atajen en una represa las torrenciales aguas del río Santa.
Los yacimientos de hierro están mucho más
remotos, aproximadamente mil trescientos
kilómetros hacia el sur, pero tan próximos al mar que será fácil llevar
la mena en barcazas hasta Chimbote.
La tarea de construir la represa, base
fundamental del nuevo desarrollo industrial, fue acometida recientemente. Pero
ello no fue idea nueva, por mucho tiempo se vio en esas aguas un preciado
tesoro para quien pudiera contenerlas y convertirlas en fuerza eléctrica.
Cierto día, antes de la primera guerra mundial,
un joven ingeniero peruano pasaba por el escabroso Cañón del Pato, cerca de
Chimbote, cuando se le ocurrió medir la vertiente del río. Después de caminar
varios kilómetros consultó su barómetro aneroide, resistiéndose a creer lo que
veía. Para comprobar la lectura del
barómetro volvió atrás del terreno andado, obteniendo de nuevo el mismo
resultado: un declive de mil cuatrocientos
pies en solo diez kilómetros. He aquí, se dijo, fuerza suficiente para
mover turbinas y producir electricidad suficiente para una colosal industria.
Y hoy, en ese mismo desfiladero del valle
Santa, se levanta un campamento al que sus setecientos moradores llaman
“Hidroeléctrico”. Esos mismos obreros levantan sobre la roca viva una obra que
rendirá ilimitados beneficios al Perú, la central hidroeléctrica del Cañón del
Pato. Varios edificios han sido construidos: un hospital, una escuela, talleres,
oficinas y trece viviendas que alojarán, algún día no muy lejano, al personal
que tendrá a su cargo el funcionamiento de la planta hidroeléctrica. Los planes
son instalar cinco generadores, cada uno capaz de producir veinticinco mil
kilovatios. Se espera que dos de ellos estén construidos para fines del año
1945.
Simultáneamente, Chimbote se transforma de
una aldea agrícola en un importante puerto de mar. Numerosos camiones arrojan
en el pacífico toneladas y toneladas de rocas arrancadas por la dinamita y las
grúas en las inmediaciones del pueblo. Dentro de poco el promontorio artificial
de rocas se adentrará dos mil seiscientos pies en la bahía de Chimbote. A su extremo se
construirá un muelle de concreto, equipado con moderna maquinaria apropiada
para el transporte de carbón y de mena de hierro. Mediante estos nuevos métodos
que permiten cargar cuatrocientas toneladas por hora, será posible para un
barco que llegue de noche zarpar de nuevo a la mañana siguiente. Además una
profundidad de veintiséis pies permitirá
a los barcos atracar al muelle. Ya está construido un muelle más pequeño que se
extiende mil trescientos pies desde la costa provisto de cuatro grúas, para ser
usado por embarcaciones más reducidas. El Perú importaba casi todo el carbón
que consumía, ahora, después de toda esta asombrosa transformación, ha exportado
en cinco meses dieciocho mil toneladas de carbón con destino a países vecinos.
Cuando la producción anual de carbón en
Chimbote llegue a las trescientas mil toneladas que se calculan, el Perú
también será dueño de una reserva de noventa mil toneladas de residuos de
carbón (finos) que no son atractivos para la exportación. Estos fragmentos
pueden mezclarse con brea para fabricar coque, que a su vez servirá de
combustible en los hornos y fundiciones que convertirán a Chimbote en la Ciudad
Siderúrgica del Perú; como también pueden mezclarse con melaza para fabricar
briquetas para exportación. Los ingenieros han procedido a ensayar
perforaciones en la zona de Marcona, al sur de Chimbote, e indican que el
terreno guarda millones de toneladas de mena de hierro.
Por ahora no se podrá construir la fábrica
de acero, ya que por las condiciones bélicas es imposible conseguir
maquinarias. Pero de acuerdo a los planes estará dotada de un gigantesco horno
con capacidad para trescientas
toneladas, así como toda otra clase de maquinaria moderna. Posiblemente
la escoria que quede será utilizada para producir cemento, esto a su vez será
el comienzo de otra industria.
Así mismo, el gobierno peruano proyecta
desarrollar otras industrias para poder ofrecer gran variedad de productos al
mercado exterior y para satisfacer las necesidades de la creciente población en
la región.
Para coordinar todas estas actividades de
fomento industrial fue establecida la Corporación Peruana del Santa, con un
capital autorizado de cien millones de soles subscritos por el gobierno, quien
ya ha satisfecho cerca de una octava parte de esa suma. De acuerdo con los
planes el gobierno controlará las empresas de servicio público, como son, la
central hidroeléctrica, los ferrocarriles y las minas. Mientras tanto se
estimulará a la industria particular para establecer fábricas y hacer uso de
todas esas facilidades. Y también, se instalarán cantinas por doquier y
burdeles hasta el amanecer para tranquilidad de la masa trabajadora.
–Está mal este artículo, todo el mundo sabe
que la distancia de Lima a Chimbote no es más de 440 kilómetros –comenta el
lector.
–Depende, depende de si se mide la distancia
por tierra, aire o mar –sustenta el ingeniero.
–La medición tendría que ser en línea recta,
en tal caso hay 370 kilómetros –afirma el matemático.
–Bueno, son datos nuevos de fuentes nuevas,
todavía no son historia –aclara el historiador–, pero, cuándo y cómo nació
Chimbote.
–Chimbote nació cuando, los serranos
llegaron en manadas..., cuando los moches..., cuando los chavín..., cuando los
españoles fundaron el Casino Español. Antes que utilizaran como pretexto el
terremoto del año 1970 para levantar la línea férrea. Antes que la siderurgia
estatal fuera tratada como tierra de nadie. Antes que la pesca fuese un
pretexto para traficar con cocaína. Chimbote nació antes que Monseñor Bambaren
se santificara en vida en la Catedral de Nuevo Chimbote, mucho antes que el
cadáver del Monseñor desapareciera de las catacumbas del cerro de La Paz para
ascender al cielo. Chimbote nació como Dios manda, un día cuando él aún no estaba
enfermo.
–Datos que tendrás que escribir para yo
tener que contar –responde la historia.
Por: Walter Elías Álvarez Bocanegra.
Hecho en julio del año 2012, publicado en facebook el 5 de noviembre de 2014.
Hecho en julio del año 2012, publicado en facebook el 5 de noviembre de 2014.
Fuente: Folios sueltos de una revista extranjera no identificada, editada dentro de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, año 1944, quizá.
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