
Trataré de no hablar mal de su padre. Me
resigné a quedarme sólo con mi hija mayor, así hubiera sido, ¿hombres para
eso?, se consiguen a montón, pero cómo sabe una que lo van hacer bien. Ya
estaba resignada, jamás volvería con él, pero un día que iba con mi amiga vi a
José y se me ocurrió, “mira, ese es el padre del hijo que espero”, ella lo miró
y suspiró, le hizo tantos halagos sin conocerlo, que yo decidí buscarlo, y
volví con él, me casé y decidí dejarlo otra vez, le pediría una pensión, pero
renunció a su empleo y no me quedó más que ir con él. ¡Y vino mi segunda hija!.
Cuando consiguió de nuevo empleo lo demandé por la pensión y lo hice para
separarme definitivamente de él, seguro que no lo quería, claro, no lo quería,
sino no me hubiera venido de la sierra ni lo hubiera denunciado, yo dije ahora
me pide el divorcio, tampoco le hubiera dado, para qué si no he pensado casarme
de nuevo, así nomás, todos son iguales menos el que una escoge. Claro, no lo
quería pero volví con él con tantos hombres que me buscaban, y me buscan
todavía, hasta mis primas me animan. Pero ahora que han pasado tantas cosas
siento que lo necesito para que me ayude a cuidar a las niñas, ya no quiero
saber nada con mis padres peor con mis hermanos, y también lo necesito porque
quiero tener un hijo hombre, hombre hubiera sido la primera, ahí quedaba
definitivamente. Le conté mi vida privada y me comprendió. La culpa fue mía por
querer estar siempre junto a mis padres, quería que mi mamá tenga todo lo que
no ha tenido, su dormitorio con baño... Propina para las chelas de mi papá,
para mis hermanos. ¡Me arrepiento!, ahora en la casa todos están contra mis
hijas y también contra mí, mis hermanos meten candela, y es que cuando llegaba
José no le daba importancia, para que vean lo dejaba ahí afuera como perro. Qué
creerán, ¿qué me voy a quedar en su casa?. Tendré que salir, mis hijas pronto
crecerán, son hermosas, ¡el papá!, ojalá lleguen a ser algo bueno para yo poder
tener otra vida, me gustaría que se vayan al extranjero y me lleven, las estoy
cultivando, cuando pasa una camioneta 4X4, último modelo, ¡esa camioneta me
gusta!, les digo, no te preocupes mamá cuando crezca te voy a comprar una, me
repiten. La chacra donde viví, sí, la extraño. Gastó todo el dinero que le
dieron en un año, no previno, creo que lo hizo a propósito, así no me quedaba
más que seguir con él batallando hasta salir de la pobreza, yo ¿porqué, pues?,
soy profesional, ahora gano bien, puedo tener el hombre que quiera, me gusta mi
trabajo, soy inteligente, aunque José nunca reconoció, ¡me da rabia!, como me
hubiera gustado verlo cocinar y lavar para nosotras, ¡porqué no!, si mis
hermanos lo hacen, yo les doy su propina, igual le hubiera dado a él. Qué hay
que hagan los hombres y las mujeres no puedan, ¡los trabajos brutos!, nada más.
Viajo constantemente y lo disfruto, disfruto cuando se acercan a mí a pedirme
algo, no ayudo a nadie, porqué pues, sólo a mi hermana, claro que descuido a
mis hijas dejándolas con mis padres, talvez por eso se habrán aburrido, por eso
quise que el sinvergüenza de su padre venga y se fue. Su familia por parte de
su madre, ¡ufff!, se creen hacendados, doña Eugenia y don Victorio, ¡la
muerte!, y todo porque uno de sus antepasados lo fue, don Santiago es el único
que salva el capote. La madre de José,
mandona y muy regañona, siempre discutía con su hijo, yo no le daba
importancia, la paraba en seco, pero, muy inteligente y trabajadora, a ella le
hubieran educado, ¡dónde estaría!. Después de todo, José sí, ¡fue un hombre!.

–¿Ya murió?. Mejor pue que se haya muerto. ¿No
te hacía sufrir tanto?, te dejó con tus dos hijas, no te ha ayudao en nada, y
yo fregada cocinando, lavando para ellas, te haría la brujería seguramente,
sino porqué pue lo seguiste hasta la chacra donde no hay auxilio de nada. Se
daba de mucho, nos miraba desde arriba, paqué un hombre así. Ahora tú feliz con
tus hijas, quién como tú, gracias a mí, pue.
–Ya mamá, ya, por favor.
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